Un experimento paneuropeo tiene como objetivo crear un láser que ayude más eficazmente a luchar contra el cáncer y a eliminar residuos radiactivos.
El láser que se espera entre en funcionamiento en 2015 estaría situado en el Instituto de Física Nuclear de Magurele, 15 kilómetros al suroeste de Bucarest.
En el proyecto participarán 40 instituciones de 13 países europeos, entre los que se encuentra España.
La Unión Europea financiará el 80% del proyecto que tiene un coste inicial cercano a los 350 millones de euros.
Crear el haz de luz más potente jamás producido es el objetivo de un experimento paneuropeo que se espera sirva para luchar más eficazmente contra el cáncer, eliminar residuos radiactivos e incluso abrir nuevas puertas a la física de materiales.

Este láser, que se espera sea el más potente del mundo cuando entre en funcionamiento en 2015, se instalará en el Instituto de Física Nuclear de Magurele, a 15 kilómetros al suroeste de Bucarest, un centro puntero en su día dentro de lo que fue el bloque comunista, y que espera recuperar su importancia con este proyecto.

La instalación se llamará ELI-Nuclear Physics Facility (ELI-NP) y formará parte de un proyecto más ambicioso, el ELI (Extreme Light Infrastructure), en el que participan 40 instituciones de 13 países europeos, entre ellos España, y que tendrá otras tres ubicaciones.

ELI tiene como objetivo conseguir intensidades láser lo más elevadas posible y pulsos muy cortos.

En Rumanía, dos láser de 10 petavatios y un potente emisor de rayos gamma se combinarán para experimentar tanto en el campo de la física fundamental como en aplicaciones médicas y sociales.

Lucha contra el cáncer
La tecnología puntera se beneficiará en un futuro del láser (ELI-NP) para aplicar protonterapia, un tratamiento que permite atacar los tumores de forma más agresiva y potente, al tiempo que se reduce el daño a las zonas sanas adyacentes.

Una terapia que aún resulta cara y requiere de un gran despliegue tecnológico, pero que podría ser muy eficaz en el futuro.

Además, esta tecnología mejorará la eficacia de la radioterapia, al obtener nuevos radioisótopos, y de la quimioterapia, gracias a la producción de un isótopo de platino radiactivo.

“Cerca de una cuarta parte de los pacientes tratados por quimioterapia reciben un tratamiento inútil, ya que la sustancia utilizada no va directamente al tumor”, asegura el científico.

Otras aplicaciones
Otras de las aplicaciones del nuevo láser será en la física de materiales y en la nanotecnología.

Este láser también tendrá aplicaciones en el control del tráfico de materiales radiactivos.

“Su uso puede facilitar el trabajo a los funcionarios de aduanas que deben escanear rápidamente para revisar los remolques de transporte”, precisa.

Incluso, se podría utilizar este haz de luz, aplicado a otras tecnologías, para eliminar en segundos los residuos dejados por plantas y centros de investigación de energía nuclear, acelerando un proceso que ahora dura décadas.

Física nuclear
Pero más allá de estas aplicaciones prácticas, el láser de ELI-NP abrirá la puerta a fascinantes experimentos en el campo de la física fundamental, asegura el científico.

El laboratorio rumano estudiará la interacción del láser y las radiaciones electromagnéticas con la materia, para abrir la puerta a experimentos con un láser aún más potente.

“Se pretende concentrar una enorme potencia de energía en un punto para producir materia”, cuenta Zamfir sobre los planes de construir un láser 20 veces más potente que permita crear electrones y positrones al fracturar el “vacío”.

Zamfir asegura que los investigadores “están emocionados con la idea de generar materia a partir del vacío”.

“Hay modelos que muestran que a una intensidad extrema de potencia del láser se produce materia en el vacío”, indica.

El coste inicial de este proyecto ronda los 350 millones de euros, de los que la Unión Europea (UE) financiará un 80%.

Junto al laboratorio rumano funcionarán en el marco del proyecto ELI una instalación en República Checa, dedicada a alta energía, y otra en Hungría, centrada en pulsos de attosegundo (la trillonésima parte de un segundo), que funcionarán de forma autónoma aunque colaborando con los objetivos comunes de la iniciativa ELI.