Hace tiempo que sabemos que nuestras sesiones de navegación por Internet permiten a diversas empresas monitorizar nuestro comportamiento en sus sitios web. La información que recaban permite —al menos, teóricamente— mejorar el acceso a esa información tanto para nosotros como para el resto de los usuarios.
Ese seguimiento que se nos hace en nuestro uso de Internet se extiende ahora al mundo de los libros electrónicos. Scribd —a través de Smashwords— es una de las empresas que está comenzando a analizar los datos de sus suscriptores, y han averiguado que por ejemplo cuanto más larga es una novela de misterio, más probable es que los lectores se adelanten y lean las últimas páginas para averiguar, por ejemplo, los autores del crimen narrado.

Amazon y Barnes & Noble ya recolectan información variada de sus lectores, pero la mantienen para ellos, y otras empresas como Oyster, que ha iniciado un plan de suscripción similar al de Spotify en el mundo de la música, también reconoce estar realizando esas prácticas.

La idea, según ellos, es la de ofrecer mejores libros, y en Oyster revelan que es un 25% más factible que los lectores terminen un libro si éste está dividido en pequeños capítulos. Lógico, dado que mucha gente lee en pequeños ratos robados a las jornadas diarias.
Un arma de doble filo
Los servicios indican que los datos recolectados son anónimos, pero las políticas de uso son amplias y, como siempre, susceptibles de ser debatidas. En Oyster, por ejemplo, revelan que un usuario que use sus servicios acepta la “recolección, transferencia, manipulación, almacenamiento, descubrimiento y otros usos de tu información“. Puede que sea anónima, pero puede que esos amplios permisos echen para atrás a los lectores.
Los servicios de suscripción que tanto Oyster como Scribd han utilizado para sus propuestas son distintosen cuanto a la monetización por parte de los autores y editoriales. Así, en Oyster indican que una persona que haya leído más del 10% de un libro hace que ese libro se considere “leído”, y a partir de ese momento se realiza el pago a la editorial.
En Scribd, por el contrario, la cosa es algo más compleja, y si el lector lee entre un 10 y un 50% del libro solo se paga a la editorial una décima parte del total. A partir del 50% de la lectura, eso sí, se paga el precio completo acordado por la editorial y por Scribd.
Así pues, esos datos recolectados son útiles para ese retorno económico tanto para las editoriales como para los servicios de suscripción —que saben qué libros se leen y tienen éxito, y cuáles no tanto—, pero también representan una nueva amenaza a la privacidad de los usuarios que pueden sentirse nuevamente perseguidos en un proceso aparentemente tan inocuo como el de la lectura de un libro electrónico.
En nuestro país tenemos un caso reciente, el de Nubico, que ha puesto en marcha el servicio de suscripción para la lectura de libros electrónicos y que ofrece un modelo similar a los anteriores. En los términos del servicio no se especifica si hay recolección de datos, y nuestro intento por contactar con sus responsables de momento no ha dado frutos. Si logramos conocer más detalles sobre este servicio, actualizaremos este artículo.