El ritmo frenético de la tecnología y la creciente fragmentación del consumidor significa que las marcas necesitan revisar sus estrategias de social media constantemente si quieren hacer un uso significativo de estos medios. Es importante desarrollar una estrategia social con la certeza de que todo va a cambiar. La imparable viralidad del contenido social y la proliferación de vídeos en YouTube, señalan un cambio permanente en la naturaleza y distribución del contenido en línea.
Las normas de creación de valor han cambiado gracias al social media. Hemos pasado de un modelo de difusión centralizado y fuertemente jerarquizado a uno más democrático en el que Internet decide qué es lo popular.
El vasto y continuo crecimiento de la tecnología móvil, seguido por el incremento similar que experimenta la tecnología wearable, el Internet de las cosas y la TV conectada a Internet debe reflejarse en nuestro cambiante uso del social media. Ahora vivimos en un momento en el que todo, nuestros coches, nuestras casas e incluso nosotros mismos, estamos conectados y ocurre sobre una base altamente individualizada. El hecho de que estos productos estén en el mercado ‘exige’ pensar sobre sus posibilidades “sociales”.
Además, la salida de los adolescentes de Facebook es un indicador de  la futura fragmentación de las tendencias de social media en numerosos canales. El crecimiento de nuevos servicios como Snapchat, Viber, Kik, Keek y Whisper evidencian que nuestros hábitos en las redes sociales evolucionan de forma natural para adaptarse a las múltiples formas por las que queremos comunicarnos. Una de las particularidades de las redes sociales es que no somos la misma persona todo el tiempo. Podemos ser alguien en LinkedIn y una persona completamente diferente cuando estamos en Whisper, esa red en la que crecen como la pólvora los feeds de chismorreos anónimos.
Desde la perspectiva de las marcas, la única opción es aprender a adaptarse continuamente a estos cambios: renovarse o morir.